ALAIN LABOILE. EL FOTOGRAFO DE LA FAMILIA

“Esperando al cartero, en la cima de la colina, Luna patalea de impaciencia. Merlin se agarra a Eliott, y con un estruendo metálico el Veliraptor desciende rápidamente la pendiente. Envuelta en su manta azul, Dune se acurruca en los brazos de Olyana, mientras que Nil roza con los dedos la gravitación universal”

Nacido el 1 de mayo de 1968 en Burdeos, Francia, Alain Laboile es fotógrafo y padre de seis hijos.

A través de la madera, la escayola, la piedra y el metal, Alain Laboile, ha forjado un universo artístico basado en la observación científica y el instinto.

En 2004, necesitaba crear un portfolio de su trabajo como escultor y compró una cámara de fotos. En 2007 la fotografía se le revela como un verdadero medio de narración. En un primer lugar da preferencia a la macrofotografía, dada su pasión por la entomología, gracias a la cual acumula gran cantidad de premios amateurs y profesionales. Progresivamente va dirigiendo su objetivo hacia su creciente e inspiradora familia, convirtiéndola en el tema principal de su trabajo, bien haciendo una representación realista de su estilo de vida en “La Famille” o bien en estrambóticas puestas en escena alrededor de un estanque en “Refléxion autour du bassin”

Desde 2010 seduce, casi diariamente, a una comunidad de Internet adicta a sus instantáneas de vida familiar intemporal, con composiciones cada día más sorprendentes.

Recientemente publicó un libro titulado «En attendant le facteur» en el que recopila alrededor de 80 fotografías de sus hijos tomadas durante los últimos seis años.

“Soy padre de seis niños. A través de mis fotografías celebro y documento la vida de mi familia: una vida en un rincón del mundo, donde la intemporalidad y la universalidad de la infancia se encuentran. Día a día creo un álbum familiar que constituye un legado que pasará a mis hijos. Mi trabajo refleja nuestra manera de vivir, girando alrededor de su infancia. Mis fotografías serán el testimonio de ello. En cierto sentido, mi aproximación puede ser considerada igual que la de alguien dedicado a la etnología. A pesar de que mi trabajo es muy personal, es también accesible, se dirige hacia la naturaleza humana y permite al espectador entrar en mi mundo y reflejar sus propias infancias. Alimentada a diario y compartida con el mundo a través de Internet, mi producción fotográfica se ha convertido en un medio de comunicación, que cuestiona temas como la libertad, la desnudez, el ser o el poseer.”

“Mis hijos son el tema principal de mi trabajo, es una temática ilimitada. Mi fotografía es como una especie de diario. La emoción surge de las situaciones ordinarias, de las pequeñas cosas referidas a nosotros mismos. Es por eso por lo que la fotografía familiar está en constante renovación.»

«Mi omnipresencia con la cámara me hace invisible. He aprendido a anticiparme a los movimientos de los niños, gatos, proyecciones de agua, objetos en movimiento. Me coloco y espero a que las cosas se pongan en su lugar como una coreografía.»

«Estoy muy presente en la vida de mis hijos. Estoy ahí cuando juegan y muchas veces el juego introduce la idea de la fotografía. Otras veces por supuesto se necesita una ayuda, un gesto puede bastar, o una indicación como “haz eso otra vez” o “ves hacia atrás un poco” o “ espera… ve allí». Son casi siempre indicaciones de espacio o de tiempo, sin explicación de lo que quiero fotografiar. Creo que ellos se han acostumbrado a estas pocas palabras. Lo importante es hacerlo en movimiento, no detener el juego ni un momento. Todo es en tiempo real.”

“Elegimos vivir en el campo, en una casa vieja, sin lujos innecesarios ni televisión. Nuestro vasto jardín está rodeado por un arroyo, con un bosque de bambú y una piscina natural. Ese es nuestro universo. Conozco este entorno natural íntimamente. Sé dónde colocarme para captar la luz. A pesar del espacio relativamente limitado siempre hay muchos rincones por descubrir y la ingenuidad de los niños juega un papel predominante en mi inspiración.”