La casa experimental en la isla de Muuratsalo (Finlandia) construida entre 1952 y 1953 por Alvar Aalto y Elissa Aalto es una obra de referencia en la arquitectura residencial del siglo XX. La Casa experimental funcionó como residencia de verano de la familia Aalto hasta 1994, año en el que el Museo Aalto se hizo cargo del edificio y comenzó a organizar visitas guiadas.

Photo: Eino Mäkinen, Alvar Aalto Museum

Experimental House, site plan, Alvar Aalto Museum

Experimental House, Alvar Aalto Museum









Casa experimental en Muuratsalo. Alvar y Elissa Aalto, 1952-1953
Entre 1952 y 1954 Elissa y Alvar Aalto diseñaron y construyeron su propia casa-oficina en la costa occidental de la isla de Muuratsalo localizada en el lago Päijänne. Encontraron el sitio de la casa cuando viajaron a la isla mientras el Ayuntamiento de Säynätsalo estaba en construcción. Compraron la isla que por entonces estaba deshabitada con el objetivo de aislarse. El único modo de llegar era en barco y para ello Alvar Aalto construyó uno. La torre de la iglesia de Muurame diseñada por el arquitecto entre 1926 y 1929 se puede ver a lo lejos.
La casa se ubica frente a la playa en el linde del bosque de pinos que tiene la isla. Está protegida por el sur de una pequeña cordillera. Aalto utiliza esta particularidad del terreno, creando entre la cordillera y los pequeños pabellones, un espacio de trabajo. La interacción entre el terreno y el volumen principal es también importante. El prisma cuadrado del que se compone la casa es recortado por el terreno y la cubierta a dos aguas. El desnivel del emplazamiento permite situar, bajo el nivel de la casa, debajo del salón, un pequeño refugio para embarcaciones. El volumen, agujereado por oeste y sur (que son las mejores orientaciones en Finlandia), tiene una presencia importante cuando subimos por el embarcadero.

Aalto quiso empezar una nueva vida en Muuratsalo, y sin duda se valió de la calificación “experimental” como pretexto para construir el refugio anhelado, el “paraíso terrenal”, escapando de su pasado a bordo del bote diseñado por el mismo al que llamó “Nemo Propheta in Patria”, y que, al igual que la casa, el bosque, el lago o las rocas, es parte también de la arquitectura. En el bote, Aalto vivió la experiencia reconfortante de la partida y de la llegada, recorriendo la travesía de lo técnico a lo humano para rencontrarse en el paisaje y la naturaleza.
A escasos metros de la casa, entre los árboles, hoy el bote permanece varado dentro de un cofre de listones de madera. Contemplándolo rodeado de tanta belleza uno se pregunta si no es tiempo de considerar alternativas a esta arquitectura nuevamente globalizada que parece perderse a medio camino entre la tecnología, la máscara y el artificio. Quizá todos deberíamos algún día poseer un bote como el de Muuratsalo, en el que poder despojarnos de lo superfluo, y escapar de lo intrascendente, para con ello siquiera poder aspirar alguna vez a “edificar el paraíso terrenal para los hombres”. El bote de Muuratsalo

“Cada casa, cada producto digno del arte de construir, aspira a ser una prueba de que queremos edificar el paraíso terrenal para los hombres”.Alvar Aalto (1898-1976)










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